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DOGDE CHARGER
Tras unos comienzos algo difíciles en la década de los 60, la marca intermedia del grupo Chrysler empezó a disfrutar de un renovado éxito comercial a partir de 1964, apuntalado inicialmente en su modesto Dodge Dart. El éxito de este modelo y la relativa buena aceptación del modelo mid size Coronet, y del full size Monaco, animó a la marca a explorar nuevos terrenos, más orientados a la deportividad, ya que la imagen de todos sus modelos era demasiado conservadora. Así nació en 1966 el modelo Charger que en su primera serie ofrecía una carrocería de dos volúmenes tipo fastback, diseñada por el ingeniero Carl “Cam” Cameron.
Este Charger usaba el chasis del modelo intermedio, el Coronet, y buena parte de sus componentes mecánicos, siendo la carrocería exclusiva. La caída de ventas del modelo en 1967 (que competía con los atractivos Mustang y el nuevo Camaro de Chevrolet) llevó a su total rediseño en 1968, solo dos años después de su aparición, de la mano del diseñador Harvey J. Winn con una carrocería en tres volúmenes, más convencional, pero enormemente agraciada con su formas más redondeadas (que allí llamaban coke-bottle), y solo disponible en coupe hardtop, o carrocería de dos puertas sin pilar central que diferenciase la primera fila de asientos de la ventanilla trasera. Alimentado por motores V8 de gran cubicaje, partía del “básico” 318 cid (5,3 litros) y 230 CV, disponiendo la versión más deportiva, denominada R/T, del poderoso “Mágnum” de 440 cid (7,3 litros), con un rendimiento de 375 CV a 4.400 rpm, disponiendo además como opción el brutal Hemi de 426 cid (7,1 litros) de 425 CV. Pese a tratarse de un modelo intermedio, su carrocería medía unas nada desdeñables 207,9 pulgadas (5,28 mts) con una batalla de 116 pulgadas ó 297 cms.
Siguiendo el dicho “won on Sunday, sold on Monday” (algo así como vencedor el domingo, vendido el lunes), la competición deportiva era un importantísimo reclamo comercial, lo que se evidenciaba claramente en las pruebas de la NASCAR (Nacional Association for Stock Car Auto Racing), donde durante la década de los 60 Chrysler y Ford mantendrían una dura pugna.
Es en este contexto donde se desarrolló nuestro protagonista, que tomó su nombre del número mínimo de unidades producidas y puestas a la venta al público (500) que las normas de la NASCAR exigían para la homologación del coche para su competición. De hecho, el Charger de primera serie ya se había estrenado exitosamente en 1966 en la competición NASCAR, ganando en dicho año el campeonato con 14 victorias. Pero Ford había vuelto con renovados éxitos, así que en 1969 los ingenieros de Dodge metieron el modelo en el túnel de viento para mejorar su aerodinámica, algo perjudicada frente a los modelos de Ford, sobre todo en los cada vez más frecuentes circuitos ovales con curvas peraltadas. Así que se modificó la rejilla frontal, remetida en el modelo “normal”, que se sustituyó por una más adelantada, con dobles ópticas redondas expuestas, tomada del modelo Coronet. También se rediseñó la parte trasera del techo, haciendo que el cristal trasero, que originalmente caía verticalmente, remetido entre los pilares traseros, siguiera la línea suavemente descendente del techo marcada por dichos pilares traseros. El primer modelo o prototipo de Dodge Charger 500 era un modelo R/T de 1968 con el motor 426 Hemi, pintado de color azul con una franja blanca en su trasera.
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